Contextualización histórico-económica de los procesos migratorios contemporáneos en Centroamérica*
Profesora investigadora en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México (marisolpd11@hotmail.com) Orcid.org/0000-0002-9804-505X, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla , México , Profesor investigador en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México (gerardozero@hotmail.com) Orcid.org/0000-0002-0595-3885, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México
Resumen
Este artículo plantea el uso de la categoría efecto puente para una interpretación del fenómeno migratorio mediante la contextualización histórico-económica de los hechos más relevantes de la región centroamericana que han promovido la expulsión sistémica del excedente de mano de obra, principalmente hacia los Estados Unidos, poniendo particular énfasis en la reconfiguración de las relaciones sociales y su relevancia en el establecimiento de un imaginario migratorio en la región.
Received: 2018 October 24; Accepted: 2019 January 10
Keywords: Keywords Central America, migration, bridge effect, production, reproduction, surplus population and capital rationality.
Keywords: Palabras clave Centroamérica, migración, efecto puente, producción, reproducción, población excedente y racionalidad del capital.
1. INTRODUCCIÓN
Incursionar en la historia contemporánea de Centroamérica y su relación con otras realidades permite entender cómo se han producido oleadas de población excedente que se involucran en corrientes migratorias para insertarse como fuerza de trabajo en empresas extranjeras, así como las condiciones que favorecen esos desplazamientos. Siguiendo esa orientación, se emprende un recorrido por la historia contemporánea de Centroamérica, a partir de la cual podemos explicar la relación entre expansión del capitalismo, producción de poblaciones excedentes y configuración de movilidades.
De acuerdo con Wolf, 1 el mundo de lo humano se debe entender como una serie de procesos múltiples interconectados, por lo que es necesario conocer los diversos hechos (históricos, ecológicos, demográficos, políticos, económicos, sociales, temporales y culturales) que indican contacto y conexión entre realidades aparentemente desconectadas en el espacio. En este sentido, para entender cómo la migración internacional se convierte en una “opción” 2 para ciertas poblaciones centroamericanas cuando antes no lo era, particularmente para mujeres y hombres en condiciones de precariedad y bajos salarios, es necesario conocer, tal como propone Sassen, 3 los efectos puente, es decir, la interacción entre las condiciones de expulsión y atracción, que a su vez podrían producir nuevos imaginarios sociales y condiciones materiales de los movimientos migratorios. En primer lugar, se pretende entender cómo Centroamérica, a finales del siglo xix, al igual que diversos países en otras regiones del mundo, se insertó en la producción especializada de alguna materia prima —en este caso, del banano—, contribuyendo a la ampliación del mercado a escala mundial. Este proceso exigió la especialización de ciertas regiones en el mundo, a razón de su participación en el sistema de mercado, en la idea de una interdependencia productiva asimétrica. 4 Estas especializaciones no sólo apuntalaron el salto hacia adelante en el intercambio de mercancías y servicios, sino que además dieron paso a nuevos mecanismos de articulación social que transformaron las vidas de los pueblos, sobre todo a través de la dependencia a las respectivas monoproducciones.
En segundo lugar, cuando las crisis externas provocaron contracciones económicas internas, sumadas a las ya existentes, se observó la dependencia en la región de una proporción cada vez más grande de población depauperada, relacionada directamente con Estados Unidos. Los efectos de la dependencia unilateral se agravaron, despertando movimientos revolucionarios que desestabilizarían la zona y que además promoverían la movilidad migratoria hacia el exterior, de forma legal o ilegal.
En tercer lugar, tras los procesos de pacificación en la zona, los desplazamientos hacia el exterior fueron en aumento. A estos flujos se le sumaron aquellos relacionados con catástrofes ocasionadas por fenómenos naturales en ambientes deteriorados por el poblamiento improvisado, como quedó evidenciado con el huracán Mitch en 1998, y otros fenómenos naturales, como los terremotos. Con todo lo anterior, la dependencia externa de los centroamericanos se acentuó, lo que contribuyó a generar contradicciones insalvables. Provocó, al mismo tiempo, marginalidad urbana, inseguridad, incapacidad de integrar a la población del campo y militarización como remedio. También surgieron problemas sociales nuevos, como la migración masiva.
Generalmente, los movimientos migratorios suelen explicarse a través del análisis económicos de los factores de expulsión (pobreza y desempleo, principalmente) y los factores de atracción (posibilidad de obtener empleo y mejor remuneración); sin embargo, este tipo de explicación sobredimensiona la racionalidad de los migrantes o ciertos motivos subjetivos que, sin duda, también entran en juego en la explicación del fenómeno. No obstante, tales factores no forzosamente provocan movimientos migratorios.
2. EL EFECTO PUENTE
Antes de ahondar en el desarrollo del artículo, es necesaria una explicación conceptual respecto de la categoría efecto puente, tanto del proceso teórico en torno a la definición como la forma de operar la categoría. Además, se pretende plantear cómo dicha categoría opera en la descripción articulada de fenómeno migratorio centroamericano.
La categoría efecto puente es presentada por Sasskia Sassen en su texto Una sociología de la globalización (2007), 5 donde señala que la migración internacional se caracteriza tradicionalmente por los efectos de expulsión y de atracción de los países inmersos en un sistema migratorio; componentes que, por sí solos, no forzosamente provocan movimientos migratorios. En este sentido, la interacción entre las condiciones de expulsión y atracción podrían producir un efecto puente que, a su vez, genera nuevos imaginarios sociales y condiciones materiales, poniendo en tensión la pertinencia y viabilidad de la experiencia migratoria.
Teniendo como base esta aproximación de lo que el efecto puente representa en la migración internacional es como se busca iniciar con el proceso de reconfiguración para considerarlo como una categoría analítica que permite interpretar el proceso migratorio centroamericano. La categoría es vista como resultado de la abstracción en torno a los procesos migratorios, al buscar elementos que, al relacionarse, ponen en marcha dicho proceso. Desde el posicionamiento teórico se distinguen dos elementos cuya relación constituyen el efecto puente: por una parte, elementos de orden estructural y, por otra, elementos relacionados con las particularidades de las sociedades envueltas en el proceso migratorio que hayan mostrado expulsión. Los elementos de orden estructural son las características que determinan las condiciones macrosociales, características que contextualizan a las sociedades que se encuentran inmersas en el proceso migratorio; estos elementos son determinados por la categoría determinaciones. La categoría determinaciones es retomada del método “concreto, abstracto, concreto pensado” en la crítica de la economía política, planteada por Enrique de la Garza. 6 A modo de ejemplo tenemos la pobreza económica, la marginación social, el desempleo, por mencionar algunas determinaciones. Las determinaciones son puestas en tensión por los sujetos que tienen presente la migración considerando el espacio (físico e imaginario) donde existan las mejores condiciones para la reproducción de la vida, 7 puesto que el desplazamiento del migrante es también un desplazamiento por las mejores condiciones y formas que él distinga para dicha reproducción.
Por otra parte, los elementos relacionados con las heterogeneidades de las sociedades inmersas en la migración son consideradas como las mediaciones. Las mediaciones son los elementos particulares de cada región que haya mostrado expulsión sistemática y que le permitan al sujeto poner en tensión los espacios físicos para la reproducción de la vida mediante la configuración o reconfiguración de las redes imaginarias y concretas que existan en su entorno; las redes son configuradas por las mediaciones. Las redes, para el desarrollo de este encuadre teórico, son desarrolladas desde la perspectiva básica de la teoría de redes de Nash, donde son intersecciones nodulares 8 que conectan elementos. 9 En esta lógica se reconocen dos tipos de red: las redes imaginarias y las redes concretas. Las redes imaginarias son el constructo subjetivo dentro del sujeto que hace ver a la migración como la mejor opción para la reproducción de la vida; por otra parte, las redes concretas son mecanismos mediante los cuales logra concretar la opción de la migración hacia un destino. En este sentido, se considera que los efectos puente, a partir de la revisión de los procesos históricos, pueden señalar la direccionalidad del flujo en un sistema migratorio específico, en este caso de Centroamérica, dado que la relación entre las mediaciones y las determinaciones configuran una dirección migratoria concreta para que los sujetos se desplacen.
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El efecto puente.
Alternate Text: Figura 1. El efecto puente..
—Elaboración propia..
Continuando con la caracterización de la categoría de efecto puente se consideran dos aspectos más: la condición epistémica y el sentido teleológico. Para poder explicar la condición epistémica de la categoría efecto puente se señala que ésta se opera desde la disciplina de la crítica de la economía política y la sociología, manifestando la interdisciplinariedad en la interpretación que se hace desde la categoría entorno al fenómeno migratorio. Por lo tanto, se tiene una mirada que posiciona el fenómeno migratorio en una totalidad, interconectado por relaciones sociales en torno a los sistemas de reproducción de la vida y productivos materiales. Por otra parte, la categoría también cuenta con un sentido teleológico determinado, pues busca superar la mirada de la migración como una simple relación causa y efecto, alejándose del mecanicismo, posicionando el concepto en la lógica de la descripción articulada.
El efecto puente tiene la finalidad de conceptualizar una abstracción de la relación entre las determinaciones, las condiciones sociales estructurales y las mediaciones que señalan las heterogeneidades de los espacios de expulsión, para posicionarlos en un sistema migratorio, sistema que cuenta con un flujo y una direccionalidad concreta, por lo que se considera que ésta es una categoría articuladora con una fuerte capacidad explicativa sobre el fenómeno de la migración internacional centroamericana.
3. La RACIONALIDAD CAPITALISTA EN LA MIGRACIÓN CENTROAMERICANA: POBLACIÓN EXCEDENTE, MOVILIDAD y EFECTOS PUENTE
Rodolfo Pastor 10 identifica tres grandes periodos en la historia de la Centroamérica contemporánea: el periodo fundador, de 1871 a 1944; el periodo de revoluciones y reformas, que va de 1944 a 1989; y el periodo de 1990 a la actualidad. La división propuesta por Pastor abarca desde finales del siglo xix, periodo anterior al actual periodo neoliberal, donde se concentran la ma yoría de los flujos migratorios centroamericanos; sin embargo, se considera necesario revisar fases precedentes, ya que permiten, analizar la producción de la población excedente como una de las condiciones estructurantes y la manera en que las mediaciones particulares de cada espacio configuran los efectos puente que posibilitan los movimientos migratorios en la región.
Según Pastor, 11 el periodo fundador de la Centroamérica contemporánea se extiende de 1871 a 1944; coincide con lo que Arendt registró como el primer intento de dominio político global, entre 1884 y 1945, caracterizado por la supremacía política en manos de los europeos. 12 Si bien los lazos entre las antiguas colonias europeas y los países colonizadores son de indudable importancia para explicar los movimientos migratorios de la época, no se puede desestimar la creciente influencia económica y política de Estados Unidos sobre algunas regiones del mundo, principalmente América Latina y el Caribe. 13 Tal como menciona Sassen, 14 los factores que explican algunos de los patrones de migración, durante finales del siglo xix y todo el siglo xx, han estado relacionados con los lazos entre las antiguas colonias y los países colonizadores; sin embargo, destaca de forma controversial el hecho de que el dominio económico y la formación de espacios transnacionales de actividad económica, asociados con la presencia de empresas estadounidenses en otros países, han funcionado como factores decisivos que condicionan algunos patrones de migración en vastas zonas del planeta. En el caso de Centroamérica, los factores de mayor peso en la explicación de los circuitos migratorios contemporáneos no son los lazos coloniales, sino con el dominio económico, la presencia de grandes consorcios empresariales y la intervención militar estadounidense.
El llamado periodo fundador se sustentó en un proyecto económico de integración y modernización de la región, similar al proyecto agroexportador de 1830-1838, pero esta vez caracterizado por la dependencia externa con Estados Unidos, que, a la larga, desencadenaría importantes transformaciones en la vida económica y política de la región. Según Pastor, 15 este periodo fundador, distinguido por el reformismo liberal, comporta tres etapas. Durante la primera de ellas se aplicaron reformas económicas a escala nacional, que abrieron las economías de estos países al dominio económico estadounidense, una manifestación del efecto puente que propició movimientos migratorios, primero internos y posteriormente internacionales.
El programa reformista impulsó, en primer lugar, la privatización de las tierras del Estado, de las corporativas de la Iglesia y de las municipalidades indígenas y campesinas. Como menciona Harvey, 16 retomando a Marx, 17 las condiciones que han hecho posible la acumulación del capital y la producción de población excedente incluyen la mercantilización y la privatización de la tierra, así como la expulsión forzosa de las poblaciones; procesos que, para finales del siglo xix, como se acaba de mostrar, ya se habían iniciado en Centroamérica.
Se configuró entonces una población excedente a través de la desposesión de la tierra. Esto se explica en el marco de la lógica de la acumulación capitalista, cuando la producción ampliada no es suficiente para mantener los procesos de acumulación al mismo nivel en que se han venido dando; se muestra una tendencia a la acumulación por desposesión, incluso de forma histórica.
La segunda etapa, analizada por el referido historiador, se gestó tras el fracaso de la República Mayor, y se caracterizó por la sucesión de gobiernos caudillistas, claramente dependientes del apoyo de Estados Unidos, que, para ese entonces, ya se había convertido en el socio comercial predominante de Honduras y de Nicaragua, a través de la implementación del comercio controlado por compañías fruteras. En esa etapa se expresan ya con claridad los efectos de la injerencia de Estados Unidos en la política local y la actividad militar en la zona, como factores que alientan la migración centroamericana hacia el país del norte. En respuesta a estas formas de intervención estadounidenses se producen en todos los países de Centroamérica nuevos movimientos sociales. 18
Los movimientos que emergieron entre 1920 y 1930 tuvieron conformaciones de clase diversas según las circunstancias internas de cada país, pero con algunos denominadores, comunes como la participación de los intelectuales de la clase media en el liderazgo y el involucramiento de las organizaciones sociales de obreros y campesinos desplazados por la privatización y mercantilización de la tierra, 19 evidenciando un proceso de pugna y reconfiguración de la participación social, como lo ha señalado Gramsci 20 respecto a la participación de diferentes actores en la reorganización social; en este caso, como intelectuales orgánicos.
Se desplegaron en Centroamérica mecanismos regulatorios que, a través de la modernización material —principalmente infraestructura—, posibilitaron prácticas de “gubernamentalidad” que ordenaron las relaciones sociales básicas de acuerdo con una lógica de control. 21 El resultado fue, a corto plazo, un nuevo auge económico articulado, en primer lugar, a la producción cafetalera (Costa Rica, El Salvador y Guatemala), que giró después alrededor de la producción y exportación del banano. 22 Esta industria en expansión propició un nuevo tipo de inserción de la economía centroamericana en un mercado mundial más dinámico. A su vez, ello acarreó cambios internos y exigió un nuevo proceso de concentración de tierras, particularmente marcado en El Salvador y en Costa Rica, lo que supuso para la producción bananera a gran escala la transferencia masiva del recurso de la tierra a los extranjeros, desencadenando nuevas diferenciaciones. En estos años se produjeron movimientos migratorios, sobre todo intrarregionales, relacionados principalmente con factores de expulsión como la pobreza y el desempleo. Cabe aclarar que, como afirma Sassen, 23 la pobreza y el desempleo no son factores de expulsión por sí solos, necesitan de otras condiciones —violencia, inseguridad, inestabilidad política y/o económica, entre otras— para transformarse en factores de expulsión y, aun así, lo más probable es que sólo una minoría pueda migrar. 24
Trabajos de corte etnográfico han documentado la movilidad de poblaciones rurales valiéndose del análisis de genealogías de familias desplazadas por el encadenamiento a fuerzas que acompañan a los procesos de inversión de capital extranjero en la región. Por ejemplo, en Honduras, León y Salazar 25 identifican a integrantes de pasadas generaciones de los grupos familiares estudiados, oriundos de pueblos salvadoreños ubicados cerca de la frontera con Honduras, que, tras una serie de conflictos disparados por disputas de cargos religiosos en la comunidad, se vieron obligados a huir hacia Honduras. Los abuelos lograron cruzar la frontera con toda su familia, ayudados por un acomodado finquero hondureño que los tuvo como huéspedes y empleados por varios años. El cobijo de poblaciones desamparadas, desplazadas por guerras y conflictos locales con frecuencia encubre relaciones de explotación en entornos rurales. Lo anterior da cuenta de que es necesaria la acumulación de efectos puente para que la pobreza y el desempleo expliquen la movilidad y el asentamiento de poblaciones en nuevos lugares.
En los años veinte, los movimientos democratizadores sucumbieron ante el resurgimiento caudillista para dar paso, con la crisis económica de 1929, a una última generación de dictadores apoyados por Estados Unidos. Con esto se inicia la última etapa de la historia contemporánea de Centroamérica. Los procesos dictatoriales afianzaron la producción de monocultivos (café, banano y tabaco), lo que, a su vez, provocó la movilidad y posterior inserción del campesinado desplazado, incorporado en las empresas agrícolas extranjeras, ahora en calidad de obreros dependientes de un salario.
Cabe hacer mención de que, a diferencia de lo sucedido en Colombia —otra región de América especializada en la agro exportación del banano—, donde todos los trabajadores provenían de la localidad, en Centroamérica se prefirió la contratación de mano de obra de origen caribeño —Indias Occidentales—, que además compartía el habla inglesa con el personal norteamericano de las plantaciones. 26 Lo anterior, por dos razones: la fácil comunicación entre los peones y el personal de las plantaciones, y la completa dependencia de los trabajadores a la compañía, lo que los hacia manejables en comparación con los nativos. Sin embargo, el papel de los foráneos en las plantaciones de la United Fruit Company disminuyó gradualmente, pues los gobiernos centroamericanos ejercieron presión contra la importación de peones extranjeros.
La producción de banano, que pagaba los mejores salarios en comparación con las empresas de otros monocultivos, empezó a absorber un poderoso flujo migratorio hacia las costas, que trasformó los patrones de poblamiento. Es decir, como menciona Sassen, los análisis económicos que suelen explicar la configuración de los movimientos migratorios internacionales en términos de factores de atracción y expulsión no incluyen los factores puente que condicionan dicha movilidad. En este sentido, se puede entender por qué sólo cierta parte de la población excedente opta por migrar; en este caso, hombres solos que se mueven intermitentemente de acuerdo a los ciclos del cultivo, bajo contratos temporales, a veces a través de desplazamientos irregulares. El papel de los estados nacionales es crucial en el apuntalamiento de convenios migratorios, exenciones fiscales y amplias concesiones al funcionamiento de estas empresas que absorben grandes contingentes de trabajo barato.
El desarrollo bananero se consiguió a través de concesiones que, a su vez, produjeron dependencia política y económica, sobre todo con los puertos de Estados Unidos. Dicha dependencia se hizo más sólida cuando los empresarios bananeros empezaron a construir escuelas y hospitales para sí mismos y para sus empleados, tratando de crear condiciones similares a las del Estado fordista (Estados Unidos), como modo de atracción de más mano de obra barata y semicalificada. Sin embargo, lo que sucedió fue la exacerbación de las tensiones sociales, principalmente entre las poblaciones de la costa y las del centro, que finalmente provocaron desplazamientos. La población desplazada entraba en una nueva relación de producción. La modernización económica impulsó así una mayor diferenciación social y la reconfiguración de la formación de clases (un campesinado sin tierra, un proletariado agrícola y una nueva burguesía de profesionistas urbanos), cuyas contradicciones y coincidencias se agudizaron con los años.
En ese sentido, vale la pena retomar la crítica hecha por Caputo y Pizarro 27 a la teoría ortodoxa de la economía, en la cual se sustenta el modelo neoliberal. Por una parte, la teoría señala que la demanda de productos primarios desde centros industriales tiende a aumentar de acuerdo con el ingreso de las economías, importando a razón del crecimiento tanto de las urbes como de los espacios industriales que concentran las actividades productivas, para que eventualmente este beneficio en la producción, el bienestar y el ingreso permeen en los centros exportadores de materias primas. La crítica consiste en que, en realidad, no hay una trasferencia de valor, de beneficio o inclusive de tecnología por parte de los países industriales hacia los países exportadores de materias primas; en todo caso, existe una transferencia de valor desde las economías centradas en producción primaria hacia los centros industriales, generando una relación de dependencia asimétrica con tendencias al abaratamiento de las exportaciones de materias primas a medida de que la producción de los países industriales pierda valor. Para el caso de las economías centroamericanas, es cierto que se mantuvo una constante demanda por parte de Estados Unidos; sin embargo, sería impreciso decir que esta fue constante o que permitió la acumulación suficiente para que los países centroamericanos aumentaran su grado de autonomía productiva y, con ello, una diversificación de su producción; por el contrario, acentuaron las condiciones de dependencia a sus respectivas monoproducciones hasta al menos la década de los sesentas con la demanda china de materias primas. 28
La nueva conciencia antiimperialista, surgida por las crisis provocadas por la dependencia con Estados Unidos, alentó el surgimiento de una serie de movimientos “revolucionarios” como reacciones alternativas a los problemas de la dependencia y de los modelos dictatoriales. Sin embargo, como las empresas extranjeras ya eran parte del sistema político, a través de una relación privilegiada con el Estado, propagaron la doctrina de que la protesta y la organización popular eran manifestaciones de desorden. Surgió entonces, apadrinada por el Gobierno de Estados Unidos, la tercera generación de dictadores. 29 La tarea prioritaria de los dictadores de la tercera generación era proteger el orden, mantener a toda costa la paz social, es decir, reprimir y aplastar los movimientos rebeldes con violencia. Para ese fin, los norteamericanos, las compañías y las oligarquías financiaron un refaccionamiento de los ejércitos, y los dictadores eximieron a las empresas de los pocos impuestos que venían pagando. Con lo anterior, emergió en la región un “aparato estatal neoliberal” 30 cuya finalidad es facilitar las condiciones para una provechosa acumulación de capital.
Desde la lógica neoliberal se promovieron las ideas de libertad personal y libre comercio como generadoras de progreso y bienestar de la población en general; sin embargo, lo que no se decía es que estas ideas no incluían a la población en favor del comunismo. Por lo anterior, se ideó una serie de planes y programas que, por un lado, tenían como finalidad hacer a las economías centroamericanas aún más dependientes de la estadounidense y, por otro lado, buscaban contener las tendencias políticas “arbitrarias”, relacionadas con el comunismo. Para hacer estos planes y programas más atractivos, los gobiernos dictatoriales facilitaron servicios relacionados con la seguridad social, la salud pública, la educación, entre otras, además de que construyeron nuevas carreteras en red, como la carretera Panamericana, lo que además provocó un nuevo valor a las tierras que comunicaban y permitieron explotar recursos antes inaccesibles. Lo anterior, desde la perspectiva de Ong, 31 generó una multiplicidad de categorías de humanos con diferentes grados de protección, donde algunos “sujetos-ciudadanos” disfrutaban de la política de beneficios mientras otros simplemente quedaban excluidos.
Así, la integración permitió un avance del proceso industrializador, orientado a sustituir importaciones desde el exterior. La nueva industrialización dio lugar además a un proceso rápido de modernización social: extendió eventualmente las clases medias y dio origen a un sector urbano (maestros, electricistas, enfermeras, oficinistas y burócratas), que pronto se organizó y reclamó su cuota de poder. La modernización agrícola desplazó en forma masiva al campesino tradicional y concentró las tierras en manos del capital.
A este momento histórico se le puede considerar como la segunda etapa de la producción de población excedente en la región. A diferencia de la etapa previa, que se caracterizó por la incautación y desposesión de tierras a granjeros y campesinos para cederlas a las empresas de monocultivo, ésta se caracterizó por lo que Li 32 denomina población “desposeída por deuda”, tras la instauración de políticas de corte neoliberal. Más que ser despojados de sus tierras —se debe tomar en cuenta que un alto porcentaje de esta población pertenecía a la segunda generación, la que ya no contaba con tierras o simplemente nunca contó con ellas—, esta población se caracterizó por un despojo generalizado, como consecuencia de las políticas de privatización, desregulación e inversión promovidas por diversos organismos financieros internacionales, corporaciones y gobiernos, tras la entrada del neoliberalismo, que obligó al desplazamiento como estrategia para garantizar la supervivencia.
Según Sassen, 33 el endeudamiento comporta dos fases: la que ocurrió después de la Segunda Guerra Mundial y hasta finales de la década de los ochenta, y la fase de endeudamiento profundo, que se da a través de la implementación de los Programas de Ajuste Estructural y los Préstamos de Ajuste Estructural, registrada a partir de la década de los noventa. En el caso hondureño, la primera se documenta en los años sesenta. Con esto se modifica la formación de clase y emergen nuevas tensiones políticas, revoluciones y guerrillas: la década de los años setenta se vio plagada de miedo y violencia política, que actuaron como factor de expulsión de poblaciones amenazadas y, tras otra caída de los precios del café y del algodón, de más desempleo. 34 La radicalización de las guerrillas y de la revolución sandinista llevó al enfrentamiento entre los gobiernos centroamericanos y Estados Unidos. 35
En 1981, iniciando recién la última etapa de la Guerra Fría, caracterizada por el aumento de la intensidad de la política anticomunista, el presidente Ronald Reagan puso en marcha la política exterior Iniciativa de Defensa Estratégica, que tuvo como finalidad acabar con “el imperio del mal” (léase comunismo) y el exterminio de las guerrillas centroamericanas. En este periodo se registraron los enfrentamientos bélicos más cruentos, pues Estados Unidos implementó la estrategia de “Guerra de baja intensidad”, una nueva modalidad de guerra contrainsurgente que combinaba las acciones encubiertas y la financiación de fuerzas irregulares, las operaciones de inteligencia, las represalias económicas, la asistencia económica y militar, y la presión diplomática. 36 Esto ocasionó que las crisis económicas se prolongaran y propició la desintegración del Mercado Común Centroamericano, trayendo como consecuencia el desplazamiento ya no sólo intrarregional, como pasaba durante la década de los setenta, sino además un aumento continuo de la emigración hacia Estados Unidos. 37
La situación en la región se volvió tan caótica que, como parte de otra estrategia de intervención, Estados Unidos y otros países —entre ellos, México—, implementaron políticas de asilo y refugio. Aquí cabe aclarar que, si bien un porcentaje importante de población se vio beneficiada con estas políticas, no todos pudieron acceder a ellas, por lo que otro porcentaje significativo de la población recurrió a los medios ilegales de desplazamiento.
Después de décadas de polarización y guerra, los años noventa se dedicaron a la reconstrucción, tarea a la que se abocó una nueva generación de centroamericanos. La década de los noventa, última etapa de la historia de la Centroamérica contemporánea, comenzó con ilusión y hasta con entusiasmo. 38 Dicha etapa coincidió con el colapso del mundo bipolar y el reordenamiento de la geopolítica planetaria a partir de la cual Estados Unidos pasó a ser la única potencia militar. 39 En esta etapa se firmaron acuerdos de paz —en El Salvador, en 1992; en Guatemala, en 1995—, además de que se reanudó el Mercado Común Centroamericano y se firmó el Protocolo de Tegucigalpa. 40 Se iniciaron procesos relacionados con el desarrollo, llevándose a cabo estrategias para la reducción de la pobreza, vía la integración. Aquí destaca la Iniciativa para las Américas, lanzada el 27 de junio de 1990 por el presidente George Bush, que pretendía ser una solución a mediano y largo plazo a los problemas de comercio, deuda, narcotráfico e inmigración, además de un apoyo efectivo a los procesos “democráticos” en América Latina. En los hechos constituía una nueva expresión del intervencionismo estadounidense, una nueva forma de intromisión por parte de Estados Unidos en la región, ahora a través de la implantación de la industria de la maquila que, en los primeros años, ayudó a que la economía centroamericana volviera a “crecer”, dando paso a una nueva era, la de la industria de la maquila. La solución centroamericana para dinamizar la economía, a partir de los procesos de paz, fue exportar a la gente, incluso profesionistas de clase media. En los países con economías menos desarrolladas, las remesas de los migrantes se convirtieron en la principal fuente de divisas, rebasando incluso el ingreso por la exportación manufacturera.
Sin embargo, ni la paz ni la supuesta apertura a la democracia ni el crecimiento económico redituaron en un mayor bienestar de las mayorías. Al contrario, se registró el crecimiento acelerado de la población. Aunado a esto, en 1996 Estados Unidos comenzó a deportar tanto a ciudadanos como a residentes que habían nacido en Centroamérica —muchos de los cuales llegaron a este país una década antes, a través de las políticas de asilo y refugio— pero que habían sido condenados por un delito, muchos de los cuales eran parte de las pandillas de los barrios urbanos más violentos de Estados Unidos. El resultado fue el aumento de la delincuencia y de la violencia en la zona. Muchos de estos deportados habían vivido en zonas conflictivas y marginales de Estados Unidos, donde la violencia simbólica había reproducido el estigma racial de que los migrantes, principalmente los de origen latinoamericano, negros y de medio oriente, son criminales y extraños indeseables que no deben permanecer en Estados Unidos. 41
Las tensiones generadas por estos desplazamientos fueron en aumento, sumados a los efectos de desastres naturales en estos países devastados por la intervención política y militar. Así, a finales de la década de los noventa se sumaron las catástrofes ocasionadas por fenómenos naturales en ambientes deteriorados por el poblamiento improvisado, como quedó evidenciado con el huracán Mitch en 1998 y otros fenómenos naturales, como los terremotos. A raíz de estas contingencias en la región, salvadoreños, hondureños y nicaragüenses fueron elegibles para el Estatus de Protección Temporal (tps, por sus siglas en inglés), el cual ofreció protección provisional contra deportaciones y autorización de trabajo en Estados Unidos. 42 Con todo lo anterior, la dependencia externa de los centroamericanos se acentuó, lo que contribuyó a generar contradicciones insalvables. Provocó, al mismo tiempo, marginalidad urbana, inseguridad, incapacidad de integrar a la población del campo y militarización como remedio. También surgieron problemas sociales nuevos, como la migración masiva a la ciudad, así como la migración económica hacia afuera —diferente a la registrada unas décadas antes (migración por motivos de refugio)—.
Poco tiempo después, se desató una dinámica de movilidad de poblaciones —principalmente originaria de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua— con destino preferente a Estados Unidos, resultado de los procesos de ajuste estructural diseñados por las agencias financieras internacionales y regionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Estados Americanos, entre otras). 43 Esta movilidad de poblaciones ayudó a configurar lo que se conoce como “comunidades transnacionales”, conformadas por poblaciones que pertenecen al mismo lugar de origen y con las que, desde sus nuevos lugares de asentamiento, mantienen vínculos intensos de muy diversos tipos con sus lugares de origen. Hasta este, punto el artículo ha sistematizado las condiciones que enmarcan el avance destructivo y, a la vez, creador del capitalismo en la región, particularmente de la producción de poblaciones excedentes en Centroamérica y cómo estas se insertan en flujos migratorios diferenciados.
4. A MODO DE CONCLUSIÓN
A lo largo del artículo se ha buscado presentar el proceso histórico-económico que han tenido los países centroamericanos en el desarrollo de sus fuerzas productivas, en su inserción a la economía mundial, así como los procesos que les han colocado como países periféricos en una relación de interdependencia asimétrica —por no mencionarlo como una relación exclusivamente dependiente por parte de los países centroamericanos—.
En primer lugar, el hecho de que las economías centroamericanas centrasen su producción en el monocultivo de materias primas sentó las bases para generalizar dos fenómenos. Por una parte, una mano de obra excedente que tenía en su imaginario social a la migración como una de las formas de alcanzar un mejor nivel de vida y, por tanto, de tener efectos en el flujo del sistema migratorio con el resultado de una tasa constante. Por otra parte, sienta las bases para que la interacción económica se establezca en una relación de intercambio desigual con una tendencia al deterioro de los términos de este intercambio, como lo han señalado Caputo y Pizarro, 44 y Chesnais, 45 puesto que se sitúan como economías productoras de materias primas cuyos beneficios fueron suficientes para que los grupos oligárquicos buscaran mantener esos modelos de producción, que tenían una constante expulsión de aquellos no beneficiados por el modelo productivo.
En segundo lugar, la categoría de efectos puente conlleva una capacidad explicativa articulante, lo que significa que es posible identificar fenómenos que posibilitan la migración e incluso que manifiestan una tendencia hacia ésta, relacionando las condiciones sociales con las estructurales, que desembocaron en un sistema migratorio centroamericano. En este caso, se han mostrado los efectos puente en la región centroamericana, puesto que la apertura económica a las empresas extranjeras, la centralización de los medios de producción a grupos oligárquicos, las actividades monoproductivas en materias primas y la interacción constante con una región que históricamente ha sido altamente expulsora de migrantes, como es México, han sido señalados como elementos que constituyen efectos puente para la región.
En tercer lugar, se ha considerado una reconfiguración de las relaciones sociales en la región centroamericana, donde es necesario señalar que ha sido en detrimento de las condiciones sociales, que han resultado en patrones de expulsión sistémica, si bien no siempre hacia Estados Unidos, sí con la constante de buscar nuevos espacios para un asentamiento permanente, destacando actores como las oligarquías locales, el ejército, los gobiernes locales y los capitalistas no nacionales, que se han mostrado históricamente frente a campesinos, proletariados y lumpen capitalistas, quienes vivieron el empeoramiento de las condiciones sociales, llevándoles a considerar la migración como la alternativa a su empobrecimiento. En ese sentido, se reconoce la lucha de clases presente en las condiciones de la región, con la idea de que esta lucha ha contribuido históricamente.
fn1 Wolf, Erick, Europa y la gente sin historia, México, Fondo de Cultura Económica, 1982.
fn2 Considerado en realidad como movilidad forzada. La movilidad forzada es una categoría que se refiere a la condición sistémica de la expulsión de los lugares de origen conducida por las redes migratorias, tanto imaginarias como concretas, culminando en una migración fetichizada.
fn3 Sassen, Saskia, Una sociología de la globalización, Katz, 2007.
fn4 Algunas especializaciones regionales se remontaban a la era mercantil, tal es el caso de las regiones productoras de azúcar del Caribe. Otras se especializaron en la provisión de fibras empleadas en la industria textil, como fue el caso de las regiones algodoneras de Estados Unidos, Egipto e India; otras más fueron completamente nuevas, como sucedió con las plantaciones de banano en Centroamérica.
fn5 Sassen, Saskia, op. cit.
fn6 De la Garza Toledo, Enrique, La metodología configuracionista para la investigación social, México, Gedisa, 2018.
fn7 Efectivamente, se considera como base filosófica del desarrollo teórico la escuela del Existencialismo, por lo que asumimos que los elementos en el imaginario existen siempre que el imaginario se construya a partir de la realidad concreta y que los cambios en el imaginario tengan una concreción material.
fn8 Las redes son consideradas como interacciones nodulares dado que tienen que tener al menos un nódulo. Un nódulo es la unión entre uno o más hilos.
fn9 Alexander, C. K. y Sadiku, M. N., Fundamentos de circuitos eléctricos, México, McGraw Hill, 2013.
fn10 Pastor, Rodolfo, Historia mínima de Centroamérica, México, El Colegio de México, 2011.
fn11 Ibidem.
fn12 Aunque Arendt identifica el dominio político global de Estados Unidos a partir de 1945, tras el término de la Segunda Guerra Mundial, se debe tomar en cuenta que, por cuestiones geopolíticas, este país ya contaba con una gran influencia política en la zona de Latinoamérica.
fn13 Wolf, Erick, op. cit.
fn14 Sassen, Saskia, pp. cit., p. 169.
fn15 Pastor, Rodolfo, op. cit.
fn16 Harvey, David, Breve historia del neoliberalismo, México, Akal, 2005.
fn17 Marx, Karl, El capital, Libro primero: El proceso de producción del capital, volumen I, Siglo XXI, 2010.
fn18 El más importante de esos movimientos fue el que desde los distintos países centroamericanos apoyó a Augusto César Sandino contra las fuerzas de intervención estadounidenses en Nicaragua.
fn19 Pastor, Rodolfo, op. cit.
fn20 Gramsci, Antonio, Os intelectuais ea organização da cultura, Rio de Janeiro, Civilização Brasileira, 1968.
fn21 Fraser, Nancy, ¿De la disciplina hacia la flexibilización? Releyendo a Foucault bajo la sombra de la globalización, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, vol. xlvi, núm. 187, pp. 15-33; Aiwa, Neoliberalism as Exception: Mutations in Citizenship and Sovereignty, Duke University Press, 2006; Cross, Jamie, Neoliberalism as unexceptional: Economic zones and the everyday precariousness of working life in South India, Revista Critique of Antropology, 2010.
fn22 El cultivo del banano se desarrolló de manera impredecible de 1910 a 1930, en la costa atlántica, particularmente en Honduras.
fn23 Sassen, Saskia, op. cit.
fn24 Li, Tania, To make live or let die. Rural dispossession and the protection of surplus populations, 2009; Smith, Gavin, Selective Hegemony and Beyond-Populations with “No Productive Funtion”: A Framework for Enquiry. Identities: Global Studies in Culture and Power, 2011.
fn25 León Araya, Andrés y Salazar Araya, Sergio, Del cerro al norte. Historia y memoria, en la migración campesina hondureña, en Sandoval García, Carlos (ed.), Migraciones en América Central. Políticas, territorios y actores, UCR, 2016.
fn26 Wolf, Erick, op. cit.
fn27 Caputo, Orlando y Pizarro, Roberto, Imperialismo, dependencia y relaciones económicas internacionales, Instituto de Economía, Universidad de Chile, 1970.
fn28 Maddison, Angus, Two Crises: Latin America and Asia 1929-38 and 1973-83, 1985.
fn29 Pastor, Rodolfo, op. cit.
fn30 Harvey, David, op. cit.
fn31 Ong, Aiwa, op. cit.
fn32 Li, Tania, op. cit.
fn33 Sassen, Saskia, op. cit.
fn34 León Araya, Andrés y Salazar Araya, Sergio, op. cit.
fn35 Cuando la volatilidad de la situación regional fue evidente, se formó el Grupo Contadora —México, Colombia, Venezuela y Panamá— para arbitrar el conflicto. Con esto, inició el largo proceso para alcanzar la paz y la democratización en la zona. Surgieron así, en la década de los ochenta, las transiciones provisionales a gobiernos “democráticos”, primero en Honduras (1982), luego en El Salvador (1983) y, finalmente, en Guatemala (1984), cuya tarea prioritaria era consolidar un poder civil y concertar la paz.
fn36 Sanahuja, José Antonio, La ayuda Norteamérica en Centroamérica, 1980-1992, 1986.
fn37 León Araya, Andrés y Salazar Araya, Sergio, op. cit.
fn38 Pastor, Rodolfo, op. cit.
fn39 Sanahuja, José Antonio, op. cit.
fn40 El Protocolo de Tegucigalpa es el documento a través del cual se consolida el Sistema de Integración Centroamericana (odeca).
fn41 Segura Mena, Gabriela, Procesos de regionalización de la política migratoria estadounidense en Centroamérica, en Sandoval García, Carlos (ed.), América Central. Políticas, territorios, ucr, 2016; Bourgois, Philippe, Recognizing invisible violence. A thirty-year etnographic retrospective, en Rylko-Bauer, Barbara; Whiteford, Linda y Farmer, Paul (ed.), Times of Violence, Santa Fe, nm, School of Advanced Research Press, 2009, pp. 18-40; Oboler, Suzane, Extraños desechables: raza e inmigración en la era de la globalización, 2014.
fn42 Castillo, Miguel Ángel, Las migraciones centroamericanas al norte: ¿hacia un sistema migratorio regional?, en Lara Flores, Sara María (coord.), Migraciones de trabajo y movilidad territorial, Miguel Ángel Porrúa, 2010.
fn43 Caputo, Orlando y Pizarro, Roberto, op. cit.
fn44 Chesnais, François, La teoría del régimen de acumulación financiarizado: contenido, alcance e interrogantes, Revista de Economía Crítica, núm. 1, pp. 33-72.
fn45Artículo de investigación. Recibido el 24 de octubre de 2018. Aceptado el 10 de enero de 2019. TLA-MELAUA, Revista de Ciencias Sociales. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México / E-ISSN: 2594-0716 / Nueva época año 13, Suplemento Especial de Invierno (diciembre 2019 – marzo 2020), pp. 164-182.
fn46TPS ha sido suspendido por el Gobierno de Donald Trump.
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