Los clásicos de la teoría sociológica en los debates contemporáneos: Weber, Durkheim y Simmel*
Profesora Investigadora en el Instituto Internacional de Estudios Políticos Avanzados “Ignacio Manuel Altamirano” en la Universidad Autónoma de Guerrero, Universidad Autónoma de Guerrero, México , Profesor Investigador en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán en la Universidad Nacional Autónoma de México, México., Universidad Nacional Autónoma de México, México
Resumen
Este artículo da cuenta de la pertinencia de los clásicos de la sociología a la luz de problemas y procesos que atañen a las sociedades contemporáneas. El trabajo muestra investigaciones que recuperan, discuten y contextualizan a los clásicos para mejorar la comprensión de problemas contemporáneos. En este sentido, los hallazgos muestran que la relevancia de Durkheim estriba en revisitar problemas como el suicidio y la violencia, mientras que las categorías weberianas de racionalidad, carisma, burocracia, patrimonialismo y Estado siguen siendo objeto de debate. Por su parte, Simmel legó las categorías de interacción social, moda y distancia social, las cuales no han perdido relevancia académica.
Received: 2018 September 28; Accepted: 2019 January 9
Keywords: Palabras clave Weber, Durkheim, Simmel, teoría sociológica, sociedades contemporáneas, ciencias sociales.
Keywords: Keywords Weber, Durkheim, Simmel, sociological theory, contemporary societies, social sciences.
SUMARIO
1. Introducción / 2.La revisión de los clásicos de la teoría sociológica como una de las tareas centrales en la disciplina / 3. Durkheim: suicidio y los cambios en las sociedades contemporáneas / 4. Weber: la relevancia del sentido, la comprensión y los tipos ideales en las investigaciones actuales / 5. Simmel: la interacción social y la moda en las investigaciones sociológicas contemporáneas / 6. Conclusión / 7. Bibliografía
1. INTRODUCCIóN
Después de la década de 1980, la teoría sociológica clásica sufrió un embate desde el seno de la misma disciplina que, de acuerdo con Gane1, fue motivado por las transformaciones sociales de la época, es decir, por la emergencia, a nivel global, de nuevas estructuras económicas, sociales, políticas y culturales. Sociólogos como Anthony Giddens, Pierre Bourdieu y Jürgen Habermas encaminaron gran parte de su obra a desarrollar andamiajes teóricos que partieron de los postulados de los clásicos de la disciplina. Las propuestas de teóricos como August Comte, Émile Durkheim, Karl Marx, Max Weber y Georg Simmel fueron objeto de debates y reformulaciones que pusieron énfasis en sus alcances y limitaciones para dar cuenta de fenómenos como la globalización o los cambios de los Estados Nación de las sociedades contemporáneas.2 Sin embargo, como se mostrará en el presente documento, las categorías propuestas por Durkheim, Weber y Simmel siguen teniendo vigencia en las sociedades contemporáneas. Dicho lo anterior, el propósito de este documento es dar cuenta de la relevancia de los andamiajes teóricos de estos tres sociólogos clásicos para el análisis de fenómenos sociopolíticos actuales. Para lograr lo anterior, el documento se divide en cinco apartados. En el primero se desarrolla una breve exposición en torno a la centralidad de los clásicos en los debates contemporáneos. La segunda sección se concentra en identificar los aportes centrales en la obra de Émile Durkheim, así como algunas investigaciones desarrolladas en los últimos años en torno a la contribución de su propuesta teórica. La tercera sección pone énfasis en la contribución de Max Weber y, específicamente, investigaciones contemporáneas generadas a partir de su obra. La cuarta sección se concentra en el aporte de Simmel, destacando algunas de las agendas de investigación en las que ha influido su trabajo.3 Finalmente, se concluye invitando recuperar las categorías analíticas construidas por los padres fundadores de la sociología para la explicación y comprensión de problemáticas contemporáneas.
2.LA REVISIóN DE LOS CLáSICOS DE LA TEORíA SOCIOLóGICA COMO UNA DE LAS TAREAS CENTRALES EN LA DISCIPLINA
El grado de institucionalización que hasta el momento ha logrado la sociología no puede entenderse sin considerar los desarrollos teóricos construidos por sus padres fundadores. Camic y Gross4 sostienen que en la disciplina es posible identificar, al menos, ocho líneas o agendas de investigación: 1) la generación de herramientas para el análisis empírico -por ejemplo, la preocupación de Bourdieu, Chamboredon y Passeron5 en torno a la construcción del objeto en la sociología-; 2) la síntesis de múltiples enfoques teóricos -el proyecto de Giddens6 y Bourdieu7 para conjuntar analíticamente la acción y la estructura, así como la inquietud de Jeffrey Alexander8 por vincular los niveles de análisis micro-macro -; 3) el perfeccionamiento de programas de investigación existentes -por ejemplo, la incorporación de las estructuras sociales en los modelos explicativos de la escuela de la elección racional-, 4) el diálogo entre distintas perspectivas teóricas -los trabajos encaminados a comparar los aportes de los clásicos de la teoría sociológica-; 5) el surgimiento de propuestas orientadas a ampliar conceptual, social y políticamente enfoques teóricos existentes, como es el caso de la teoría crítica contemporánea; 6) la importancia de recuperar postulados de clásicos de la sociología como Durkheim, Simmel, Marx y Weber en las agendas contemporáneas; 7) el diagnóstico de las condiciones sociales contemporáneas -el desarrollo de investigaciones en torno a la sociedad del riesgo, las consecuencias no deseadas de la modernidad y la contingencia-; y 8) la discusión sobre el futuro de la sociología. En este sentido, la recuperación de las teorías y postulados de los clásicos de la disciplina es una tarea pertinente y necesaria en los debates contemporáneos.
La sociología clásica surge en el marco de las sociedades europeas en el siglo XIX; en particular, de los cambios producidos por la revolución industrial. Sin embargo, de acuerdo con Turner9 aunque el periodo que va de 1890 a 1920 es central en la formación de la sociología como una disciplina autónoma -como un sistema autopoiético, con un objeto de estudio propio- es erróneo ubicar la utilidad y pertinencia de la teoría clásica únicamente en ese momento histórico.
La sociología tiene como antecedente los trabajos de Saint-Simon y August Comte. Precisamente, fue éste quien en el volumen cuatro de su obra Filosofía Positiva hizo referencia al término sociología. No obstante, fue hasta Émile Durkheim que se establecieron las bases para la construcción de una disciplina con un objeto de estudio propio: lo social. En este sentido, las propuestas teóricas de Marx, Weber, Durkheim y Simmel representan algunos de los andamiajes que dieron cuenta de la primera gran transformación de las sociedades occidentales, es decir, de las sociedades capitalistas.10
Sin lugar a dudas, los teóricos clásicos construyeron un lenguaje e ideas que nos son comunes entre quienes nos adscribimos a la disciplina. Categorías como clase, conflicto social, racionalidad, división del trabajo, rol social, interacción y socialización siguen siendo centrales para comprender a las sociedades contemporáneas.11 Las razones para defender la relevancia de los clásicos de la sociología son diversas. Además del vocabulario común, los clásicos brindan la posibilidad de identificar temas y procesos que, aunque con otras características, continúan presentándose. Nos referimos a la anomia, la explotación, la alienación, el capitalismo, las desigualdades, por destacar algunos ejemplos. Los clásicos contribuyen a entender, comprender y explicar procesos sociales como la burocratización, la diferenciación social, la mercantilización y la urbanización, propios de la primera modernidad. Nuevos procesos como la globalización y la transformación del Estado también han sido objeto de análisis partiendo de los clásicos. Además, en lo que refiere a su contribución metodológica, los teóricos clásicos se preocuparon por combinar análisis teórico con investigaciones de carácter empírico.12
Siguiendo la línea argumentativa de Camic y Gross13, el desarrollo de los más importantes esfuerzos por vincular ámbitos de análisis como la agencia y la estructura no pueden pensarse sin el aporte de los clásicos de la teoría sociológica. En particular nos referimos a la teoría de la estructuración de Giddens, a la teoría de los campos de Bourdieu, así como a los esfuerzos teoréticos condensados en la sociología relacional.14 Otro ejemplo interesante es el desarrollo de las teorías reflexivas y del posmodernismo, teniendo como base, precisamente, la crítica a los clásicos de la sociología.15
No cabe duda que las contribuciones de los clásicos para acceder a la realidad actual deben ser objeto de análisis en la disciplina. Como se indicó en la parte introductoria de este documento, el objetivo es identificar las principales contribuciones de tres de los pensadores más importantes en la teoría sociológica clásica, dando cuenta de los principales debates contemporáneos en los que su obra ha contribuido. Los tres teóricos en los que se enfoca este trabajo han sido objeto de comparaciones, sin embargo, aunque sus aportes poseen algunas convergencias, poseen diferencias ontológicas ineludibles, en otras palabras, se distinguen por la forma en la que conciben la naturaleza de los fenómenos que estudia la sociología.
3. DURKHEIM: SUICIDIO Y LOS CAMBIOS EN LAS SOCIEDADES CONTEMPORáNEAS
La sociedad moderna se caracterizó por el proceso de secularización que implicó el surgimiento de sistemas autoreferenciados y autopoiéticos. La sociología es un ejemplo de ello, siendo central la contribución de Durkheim en su configuración como disciplina autónoma con un objeto de estudio propio. De acuerdo con Maleševi16, junto con Marx y Weber, Durkheim fue parte de lo que puede etiquetarse como “la “Santísima Trinidad” en la sociología. Durkheim no sólo aportó herramientas para elaborar análisis empíricos de la realidad, también su trabajo científico dio cuenta de un diagnóstico sobre la sociedad de su época. Si bien la sociología de Durkheim se nutre de manera importante de la propuesta positivista de Comte, se distanció de la misma al ir más allá de lo que él consideraba nociones vulgares o prenociones. Durkheim estaba comprometido con otorgarle un carácter objetivo y metódico a la sociología con el objetivo de no condenarla “a seguir siendo una rama de la filosofía general”; en este sentido, la disciplina podría “entrar en contacto con los detalles de los hechos sin degenerar en mera erudición”.17 En este sentido, la propuesta durkhemiana tuvo como propósito fundamental el análisis empírico de fenómenos emergentes, o en transformación, en la sociedad moderna. Para Durkheim, la pretensión de construir una disciplina científica implica considerar como objeto de conocimiento a los hechos sociales:
Si como se nos transmite, la síntesis sui géneris que constituye toda la sociedad produce fenómenos nuevos, distintos a los que acontecen en las conciencias solitarias, es preciso admitir que tales hechos específicos residen en la sociedad misma que los produce y no en sus partes, es decir, en sus miembros. En este sentido son pues exteriores a las conciencias individuales consideradas como tales, lo mismo que los caracteres distintivos de la vida son exteriores a las sustancias minerales que componen al ser vivo.18
De acuerdo con Durkheim, el hecho social permitiría a la sociología distanciarse de otras disciplinas como la psicología, pues el objeto de conocimiento no son los hechos psíquicos o aquellos vinculados con la conciencia individual, sino los estados de la conciencia colectiva caracterizados por poseer “una naturaleza diferente”.19 Los hechos sociales son los encargados de configurar nuestras acciones y relaciones en la sociedad. En este sentido, fenómenos como la religión, la economía o la política deben ser analizados de manera objetiva, tal y como los científicos de las ciencias naturales se ocupan de los fenómenos que les conciernen.20 Los hechos sociales por tanto, son “acontecimientos que están fuera de toda subjetividad”.21
A Durkheim le preocupó el proceso de secularización de las sociedades modernas que, gradualmente, fue dejando de lado a la religión como la fuente principal de la cohesión social. En sus obras puso énfasis en el proceso de individualización y en la transformación de los lazos sociales, dando lugar a categorías como la anomia. En su obra Las formas elementales de la vida religiosa, Durkheim elabora un estudio sobre las sociedades primitivas que, en comparación con las sociedades modernas, se caracterizan por un menor grado de individualización y diferenciación.22 De igual forma, en El suicidio, Durkheim contribuye al método en la sociología, pues construye al suicidio como una categoría social cuya manifestación responde a determinadas formas sociales -que se constituyen como factores causales-. En adición, identifica una nueva manifestación del suicidio (el suicidio anómico) cuyas causas no dependen del tipo de vínculos en la sociedad, “sino del modo como ella los reglamenta”.23
Más allá de las críticas a su énfasis en las estructuras como variables explicativas, se ha sostenido que la propuesta teórica de Durkheim se caracteriza por un dinamismo que, sin embargo, no ha sido tomado en cuenta, pues se le atribuye una mirada estática e inmutable sobre el cambio y la continuidad social. De acuerdo con Mellor24, es necesario abandonar esa visión, ya que el trabajo de Durkheim ha contribuido a la comprensión de la compleja transformación en sociedades contemporáneas.
Indudablemente, la obra de Durkheim es central para el desarrollo e institucionalización de la sociología. Al respecto, Talcott Parsons, considerado como el último sociólogo clásico, se nutrió de la teoría durkhemiana, principalmente del énfasis en el orden.25 Dentro de la sociología contemporánea, como se indicó en la sección anterior, las teorías de Giddens y Bourdieu son deudoras del trabajo desarrollado por Durkheim y, específicamente, a su dualismo analítico –el considerar a la estructura y la acción como las dos caras de una misma moneda-.
En cuanto a las agendas de investigación recientes, existen un número basto de trabajos que recuperan la obra de Durkheim para el análisis de temas y procesos sociopolíticos contemporáneos. Precisamente, categorías como suicidio, anomia e integración social han sido retomadas para ser aplicadas en los más diversos contextos. En adición, también se encuentran investigaciones que parten de la revisión del programa durkhemiano, mismas que se enfocan en la violencia, la modernidad y la transformación del Estado. Por ejemplo, el trabajo de Wray, Colen y Pescosolido toma como eje el trabajo de Durkheim para dar cuenta de las investigaciones en torno al suicidio. Para estos autores, desde la sociología, los trabajos recientes se han centrado en el vínculo entre el suicidio y otras categorías consideradas en la obra de Durkheim como son: a) la estratificación social, b) las diferencias raciales, c) las disparidades entre géneros -preocupación tomada en cuenta por el propio Durkheim- y d) diferencias entre religiones.26 En este sentido, la investigación da cuenta del efecto que tienen dichas categorías sobre la manifestación y características del suicidio. Se destaca también que, en términos metodológicos, los estudios sobre el suicidio han sido abordados, principalmente, desde metodologías cuantitativas. Por tanto, su contribución es insertar la propuesta durkhemiana sobre el suicidio en el análisis de redes, vinculándolo a la preocupación weberiana sobre el sentido. Así, los autores plantean la revisión del fenómeno desde los significados que generan para los propios actores. Siguiendo esta inquietud, se encuentra el trabajo de Berk quien propone la revisión de la categoría “suicidio egoísta” de Durkheim desde la integración de los niveles de análisis en los niveles macro y micro, insertándose en una de las agendas centrales de la sociología contemporánea.27 Sin duda, la revisión y utilización de categorías durkhemianas como el suicidio, ha contribuido a repensar la relevancia de la sociología clásica para el análisis de las sociedades actuales.
En otro conjunto de investigaciones se ha recuperado la hipótesis de Durkheim en torno al papel que juegan los factores sociopolíticos o estructurales en la manifestación del suicidio. Por ejemplo, Värnik, Tooding y Wasserman identifican que en países pertenecientes a la antigua Unión Soviética como Estonia, Lituania y Letonia, el aumento de suicidios y de homicidios fue considerablemente elevado durante lo que identifican como los dos periodos coyunturales: de 1970 a 1984 -crisis del régimen soviético- y de 1985 a 1998 -periodo caracterizado por las reformas económicas y políticas-.28 En este sentido, concluyeron que los factores estructurales sí inciden en el aumento de los suicidios y homicidios. Conclusiones similares son las del trabajo de Minigawa quien pone énfasis en los factores político-institucionales al encontrar un vínculo entre el suicidio y las transiciones de los regímenes comunistas hacia la democracia y la economía orientada al mercado.29 Siguiendo la preocupación en torno al suicidio, se encuentra el trabajo de Van Bergen, Smit y Saharso quienes establecen el vínculo entre la categoría de Durkheim y otro tema central en la sociología: la migración. Los autores sostienen que el suicidio en mujeres de Turquía y Marruecos que han emigrado a los Países Bajos está correlacionado con su falta de autonomía en el espacio doméstico.30
El concepto de anomia como otra categoría central ha sido objeto de investigaciones empíricas desde distintas miradas metodológicas. Al respecto, Zhao y Cao elaboran una investigación que abarca 30 países alrededor del mundo con el objetivo de explicar las variaciones de la crisis de valores e integración social.31 Este trabajo, de corte cuantitativo, encuentra que los acelerados cambios sociopolíticos -transiciones de regímenes totalitarios o autoritarios a la democracia - generan efectos sobre la integración y la regulación de las sociedades, situación que incrementa el grado de anomia de los individuos en las mismas.
En conclusión, las investigaciones que recuperan la obra de Durkheim han puesto énfasis en la relevancia de categorías analíticas como son el suicidio y la anomia. Se trata de indagaciones que reconocen la valía del trabajo del sociólogo francés, y que aportan una mirada pesimista en torno a las consecuencias del cambio sociopolítico en diversas latitudes.
4. WEBER: LA RELEVANCIA DEL SENTIDO, LA COMPRENSIóN Y LOS TIPOS IDEALES EN LAS INVESTIGACIONES ACTUALES
Al igual que Durkheim, la contribución de la obra de Max Weber no se circunscribe únicamente al campo de la sociología. El sociólogo alemán ha influido en otras disciplinas como la ciencia política, la economía y la historia. La perspectiva teórica de Weber se nutrió de la obra de Marx, sin embargo, recordemos que parte de sus esfuerzos se encaminaron a hacer una crítica, no sólo al objeto de estudio marxista, sino también al papel que debe cumplir la ciencia. Weber tuvo como preocupación central el cambio social y los efectos que éste supone. Una parte importante de sus esfuerzos se dirigieron al análisis de la religión en países como China, India y el Medio Oriente, lo que le permitió sostener que los sistemas de creencias influyen en el cambio social. En este sentido, la obra de Max Weber partió de la crítica al materialismo para ubicar a las ideas como factores causales.32
Como se indicó, entre las múltiples preocupaciones de Weber destaca el papel que debe y puede cumplir el conocimiento científico en las ciencias sociales. De acuerdo con Bunge, Weber, al igual que Simmel, puso atención en el cómo “las cosas ocurren”, más allá de lo que podría ser deseable.33 Este debate ha sido central en la sociología. Weber de ninguna manera rechaza la existencia de valores, pues éstos influyen en las problemáticas que consideramos pertinentes abordar, no obstante, lo anterior no significa que la ciencia debe cumplir un fin determinado. En este sentido, los valores –mismos que pueden ser definidos como ideas o concepciones son importantes en la sociología weberiana.
A diferencia de Durkheim, quien considera que la sociología debe ocuparse de los hechos sociales, Weber sostiene que ésta es “una ciencia que pretende entender, interpretándola, la acción social”.34 Dicha forma de acceder al objeto de conocimiento dio pie a debates en torno a la capacidad analítica que ofrece la acción social. Para Max Weber, la acción social —conducta referida de otros— y, particularmente, el sentido que la orienta, es una de sus preocupaciones centrales. De acuerdo con Rossi35, la valía del pensamiento weberanio reside, en parte, en su capacidad para incorporar dos debates hasta el momento antagónicos: la comprensión o Verstehen -como una característica inmanente de las ciencias sociales- y la explicación o Erklären -como el objetivo exclusivo de las ciencias naturales-.
Tal disputa fue resuelta por Weber a partir del tipo ideal, cuya pretensión es comprender el sentido y explicar sus efectos. Al respecto, Weber desarrolló un conjunto de categorías como acción social, Estado legal-racional, racionalidad, burocratización, carisma y dominación a partir de la construcción de tipos ideales, definidos como abstracciones generadas a partir de elementos manifiestos en la realidad.36 En específico, los tipos ideales de la acción social —racional con arreglo a fines, racional con arreglo a valores, afectiva y tradicional— suponen comprender el sentido para, posteriormente, identificar sus efectos.37
La importancia de la propuesta weberiana influyó en el desarrollo de trabajos como la teoría de sistemas de Parsons38 y en la propuesta de Michels sobre la oligarquización de los partidos. Por su parte, Habermas parte de la categoría acción instrumental con arreglo a fines para proponer otro tipo de racionalidad: la comunicativa –es decir, la acción orientada al entendimiento-.39
La agenda de investigación motivada por la propuesta de Max Weber es diversa. En la década de 1980 la corriente institucionalista se tomó en serio el papel que juegan las ideas, la comprensión y el sentido en la dinámica de las organizaciones, ante el excesivo énfasis que, hasta el momento, se le había dado a la teoría de la elección racional -y su supuesto de racionalidad ilimitada-. Actualmente, la obra de Weber sigue teniendo un lugar central en el debate teórico-metodológico. Lo anterior se traduce en el desarrollo de un número abundante de investigaciones en diversas áreas de las ciencias sociales. En la sociología política, por ejemplo, una línea de investigación se ha ocupado de la categoría “líder carismático”. En este orden de ideas, una investigación destacable es la de Zúquete quien toma como eje analítico los tipos ideales weberianos para conjuntar, por un lado, el fenómeno del carisma y, por el otro, la importancia de la religión para analizar las políticas sociales en el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, específicamente las denominadas “misiones”. En dicha investigación, el autor explora el vínculo entre el líder carismático y su intervención a fin de “salvar a los desprotegidos”. Recordemos que las “misiones” chavistas tuvieron como objetivo la intervención estatal en diversas agendas y problemas sociales y económicos. Para Zúquete, la política-acción de Chávez permitió que éste adquiriera el rol de salvador, en la lógica religiosa, ante las amenazas de enemigos externos.40
La religión ocupó parte de la atención de Weber, influyendo de manera contundente en la agenda de investigación en torno a los fenómenos religiosos. En este sentido, trabajos como el de Zalanga se nutre de la perspectiva weberiana para explorar el vínculo entre religión pentecostal y modernización e industrialización en los países africanos, bajo el contexto de la globalización neoliberal. Heredero de La ética protestante y el espíritu del capitalismo, la investigación de Zalanga da cuenta de la ruptura entre tradición y modernidad en países africanos subsaharianos donde, sin embargo, África se encuentra en una posición subordinada en las sociedades capitalistas contemporáneas. Al respecto, llama la atención la influencia de la religión en la política donde destaca el caso del ministro religioso de Ghana, Mensa Otabil, quien señaló que la pobreza no es un problema individual.41
Otra línea de investigación que ha sido explorada a partir de la contribución de Weber es la de la burocratización y el patrimonialismo. Destaca la investigación de Zabludovsky quien explora el ejercicio del poder político en México, donde la dominación de carácter patrimonial ha sido un ingrediente fundamental de las dinámicas del sistema político mexicano.42 Otra investigación con inquietudes similares es la de Pinho y Sacramento quienes, a partir de la revisión de casos coyunturales en Brasil, establecen el vínculo entre patrimonialismo y su efecto sobre el ejercicio administrativo del Estado.43
Finalmente, es pertinente recuperar el aporte de Olvera, Dagnino y Panfichi quienes, desde la mirada metodológica de Max Weber, construyen una tipología en torno a las ideas y sus efectos políticos en las sociedades en América Latina, específicamente su impacto sobre las democracias en la región. Estas ideas o proyectos políticos son definidos como el conjunto de concepciones y percepciones sobre lo que se considera debe ser la vida en sociedad. A partir de dicha definición, los autores construyen una tipología, pudiendo identificar tres proyectos políticos: el autoritario, el democrático y el neoliberal. Fieles a la tradición weberiana, estas ideas o proyectos tienen su manifestación empírica de manera híbrida, generando lo que los autores denominan “confluencia perversa”, es decir, la mezcla de ideas provenientes de distintos proyectos. La peligrosidad de dicha confluencia reside en cubrir políticas y decisiones autoritarias o neoliberales bajo argumentos democráticos.44 Expuesto lo anterior, es innegable que el andamiaje teórico-metodológico construido por Weber sigue siendo central en la sociología contemporánea y, más en general, en las ciencias sociales.
5. SIMMEL: LA INTERACCIóN SOCIAL Y LA MODA EN LAS INVESTIGACIONES SOCIOLóGICAS CONTEMPORáNEAS
Contemporáneo y cercano a Weber, Simmel fue, en su momento, un teórico marginado en las universidades alemanas. No obstante, es en la sociología estadounidense, particularmente en la Escuela de Chicago, donde su aporte en torno a la socialización tuvo gran influencia. Al igual que Weber y Durkheim, el pensamiento simmeliano recibió una gran influencia de Kant -de quien tomó el siguiente supuesto: el ser humano conoce el mundo con base en categorías apriorísticas situadas en la mente-.45 Si bien la preocupación de Simmel se concentró en los procesos de socialización y en la interacción, esto no significa que su andamiaje teórico no tenga la envergadura de las grandes teorías de pensadores como Marx, Weber y Durkheim. Precisamente, él también construyó un diagnóstico de la modernidad al que dio el nombre de la tragedia de la cultura.46 Al igual que sus contemporáneos, Simmel tuvo como preocupación medular la definición del objeto de conocimiento en la sociología. De acuerdo con Zabludovsky47, para Simmel, el objetivo de esta disciplina es dar cuenta de los procesos de socialización. Más allá de las estructuras sociales, las sociedades tienen lugar cuando los individuos establecen interacciones:
La existencia de estas acciones recíprocas significa que los portadores individuales de aquellos instintos afines, que los movieron a unirse, se han convertido en una unidad, en una “sociedad”. Pues unidad sentido empírico no es más que acción recíproca de elementos… un Estado es una unidad, porque entre sus ciudadanos existe la correspondiente relación de acciones mutuas.48
El vínculo social estará influido por la cantidad, es decir, por el número de individuos que participan en la interacción. Así, su perspectiva microsociológica desentraña la dinámica de la socialización. Simmel, además, puso énfasis en la construcción de tipos o formas sociales que permitan ubicar determinadas formas de interacción social. En estos tipos sociales, el término distancia social o alejamiento es de suma relevancia, pues, en la medida en que más actores formen parte de la interacción, mayor será el grado de alejamiento, y menor el de la información que poseemos sobre las otras personas. Conforme el vínculo que establezcamos con un actor sea más estrecho, la información que poseeremos sobre el mismo será mayor.49 Por tanto, Simmel colocó relevancia especial a la transformación de la interacción social en las ciudades, sitios donde se lucha por el control de recursos escasos50
Ante el embate del positivismo y su énfasis en las estructuras sociales como fuerzas que se superponen a la voluntad de los individuos, Simmel, al igual que otros pensadores como Norbert Elías, fue pionero en la perspectiva relacional en la sociología al poner énfasis en los vínculos sociales. En la sociología contemporánea, esta perspectiva ha sido central en teóricos como Archer51 y Emirbayer.52 De hecho, el vínculo entre cultura objetiva y subjetiva forma parte de este rasgo relacional en la sociología de Simmel.53 En este sentido, la cultura objetiva se constituye por todo lo que es creado por la cultura subjetiva, entendida como la capacidad de creación que tienen los individuos. Sin embargo, la cultura objetiva toma vida propia más allá de la voluntad de quienes les dieron origen. Precisamente, la música, la moda, la religión, la economía, el dinero, la política, por mencionar algunos ejemplos, forman parte de la cultura objetiva al desprenderse de sus entes creadores y tomar vida propia.54
En cuanto a las investigaciones que han incorporado preocupaciones identificadas por Simmel se encuentra el trabajo de Petsimers quien retoma la categoría “moda” para analizar la transformación de las ciudades y, específicamente, el proceso de gentrificación en los países del sur de Europa.55 En este sentido, entiende por gentrificación aquel proceso de imitación que, en los términos de Simmel, implica tanto la diferenciación como la asimilación.
Otra investigación que recupera los aportes de Simmel es la de Jensen quien sostiene la importancia de atraer a los clásicos de la sociología en el análisis de la movilidad en las ciudades, a fin de identificar el rol de las interacciones en el nivel micro. Jensen parte de la necesidad de incorporar el análisis de Simmel para subsanar problemáticas no identificadas por los estudios sobre la globalización y las ciudades.56
Ciertas investigaciones recuperan las propuestas de Simmel para justificar su relevancia actual. Por ejemplo, Aspers y Godart destacan la importancia del estudio de la moda propuesto por Simmel.57 En el análisis del papel que juega la moda, Montenegro incorpora dicha categoría para investigar las identidades juveniles en torno a la música rave.58 La centralidad del análisis de la moda, como sostiene Gómez, reside en su centralidad para entender la modernidad como un recurso para generar particularidades y generalidades –por ejemplo, por medio de la imitación-. Indudablemente, la propuesta teórica de Simmel continúa teniendo pertinencia en el análisis de los cambios de las sociedades contemporáneas.59
6. CONCLUSIóN
Como quedó expuesto en el desarrollo del presente documento, los clásicos de la disciplina permiten dar cuenta del cambio social en el marco de la globalización neoliberal y de las transformaciones de las unidades estatales. Los desarrollos contemporáneos en la teoría sociológica no pueden entenderse a cabalidad sin tomar en consideración sus antecedentes, ubicados en los andamiajes teóricos de los padres fundadores de la disciplina. En este orden de ideas, el presente documento ha puesto énfasis en la obra de Durkheim, Weber y Simmel, quienes convergieron, con sus sellos característicos, en varias líneas de investigación en la disciplina, por ejemplo, en la construcción de su objeto de estudio.
Ahora bien, abordar la relevancia de la propuesta teórico-metodológica de Durkheim se justifica por su contribución al análisis de fenómenos empíricos en la sociedad moderna. Sin duda, es considerado uno de los padres fundadores de la sociología, debido a que entre los ejes rectores de su contribución científica destacó su preocupación por sentar las bases para el desarrollo de la disciplina. Sus investigaciones en torno al suicidio, provocado por los cambios estructurales actuales, ha permitido el desarrollo de investigaciones que abordan dicho problema en perspectiva comparada, haciendo uso de diversas estrategias metodológicas.
Por su parte, la sociología de Max Weber también ha otorgado categorías analíticas vigentes para el análisis en las ciencias sociales (racionalidad, carisma, burocracia, patrimonialismo y el estado). A su vez, su aporte metodológico es vasto, destacando el papel que debe jugar la producción del conocimiento científico, la conciliación entre comprensión y explicación (debate aún vigente en las ciencias sociales) y la construcción de tipologías (tipo ideal). En el mismo orden de ideas, es posible dar cuenta de un gran número de investigaciones que recuperan la mirada weberiana para el análisis de fenómenos vinculados con la transformación del Estado y el papel de la religión, por mencionar algunos ejemplos).
Estudios sobre la moda, la interacción social, la distancia social y la transformación de las ciudades son deudores de la obra de Georg Simmel, teórico marginado cuya contribución ha sido fundamental en el desarrollo de la disciplina. En este sentido, no sólo aportó categorías útiles para el análisis de las sociedades modernas, sino que ha sentado las bases para el debate entre el vínculo agencia-estructura.
Las investigaciones derivadas de la propuesta de Simmel versan sobre diversas preocupaciones que ponen énfasis en dicho vínculo, así como en la relación entre lo local y lo global.
En conclusión, las rutas delineadas por los padres de la sociología han sentado las bases para un fructífero debate. Es pertinente indicar que Durkheim, Weber y Simmel han aportado grandes recursos teóricos y metodológicos a la sociología. Preocupaciones que convergen con otras disciplinas, como el estudio del Estado, se ha nutrido de forma importante de los constructos de los padres fundadores de la disciplina. Este artículo no presenta una búsqueda y análisis exhaustivo de las investigaciones que se nutren de la agenda analítica de tres de los más grandes pensadores de la disciplina. Sin embargo, el objetivo fue adherirnos a una de las agendas de investigación de la sociología contemporánea preocupada por recuperar las herramientas teóricas y metodológicas de los padres de la sociología, enfatizando su valía para el análisis de las sociedades actuales.
fn61Artículo de reflexión. Recibido: 28-09-2018. Aceptado: 09-01-2019.
TLA-MELAUA, Revista de Ciencias Sociales. Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Benemérita UniversidadAutónoma de Puebla, México / E-ISSN: 2594-0716 / Nueva Época, año 14, núm. 48, abril/septiembre 2020, pp. 127-144.
fn3 Para la elaboración de este documento se llevó a cabo la búsqueda de artículos científicos alojados en las siguientes bases de datos: Sage Journals, Scielo, Annual Reviews Journals, Cambridge Journals, Oxford Journals, Springer Link, Jstor, Wiley Online Library y Taylor and Francis.
fn9 Turner, Op. Cit., p. 134.
fn13 Camic y Gross, Op. Cit.
fn14Archer, Margaret, Realist Social Theory: the Morphogenetic Approach. Cambridge, Cambridge University Press, 1995. Y Emirbayer, Mustafa, “Manifiesto en pro de una sociología relacional”, Revista CS, Cali, Vol. 4, 2010, pp. 285-330
fn15 Gane, Op. Cit.
fn18 Durkheim, Ibíd, p. 22.
fn19 Durkheim, Ibíd, p. 21.
fn31Weber, Max, “La ética protestante y el espíritu del capitalismo, Madrid, Alianza Editorial, 2004. Y Weber, Max, Sociología de la religión, Madrid, Akal, 2012.
fn34Rossi, Pietro, Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 2012, pp. 9–37.
fn35 Weber, Economía…, Op. Cit.
fn36 Rossi, Op. Cit.
fn45Simmel, George, Diagnóstico de la tragedia de la cultura moderna, España, Espuela de Plata, 2012.
fn52 Emirbayer, Op. Cit.
fn54 Simmel, El individuo… Op. Cit.
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